Ser administrador de un grupo de WhatssApp puede resultar a priori una labor sin importancia, hasta que llegan los problemas.
Actualmente el mundo digital junto con las nuevas tecnologías nos mantienen conectados a distancia, y es aquí donde muchos se refugian en el anonimato para actuar de manera distinta a como lo harían en persona, creyendo que sus acciones no tendrán mayores consecuencias. No obstante vulnerar la intimidad personal, insultar, revelar datos personales de otros, compartir pornografía infantil o realizar amenazas es un delito y por tanto, por muy privadas que sean este tipo de aplicaciones, los administradores de estas están sujetos a las mismas reglas que en cualquier ámbito de la vida.
Por tanto ante cualquier señal de infracción, todos los participantes del grupo tienen la misma obligación de denunciarlo, nos explica Javier Franch Fleta, abogado cofundador de TeBorramos.
Pueden decidir quién entra o sale del grupo, incluso impedir que una persona mande más mensajes. Esto les confiere más poder y también más responsabilidad. “El administrador no puede llevar a cabo una actitud preventiva, pero sí puede controlar y ejecutar las medidas para impedir que vuelva a ocurrir” explica Ignacio González, abogado y socio fundador de dPG Legal.
Aún así, la responsabilidad mayoritaria, nos recuerda Javier Franch, sería de la persona que está compartiendo esa información que puede ser perjudicial para terceros. Franch recalca que no todos los participantes son igual de activos, incluso algunos permanecen ajenos y no se llegan a enterar nunca de lo que ocurre en el grupo de WhatsApp.
VIAS DE DENUNCIA
¿Cómo pueden los administradores controlar el uso de los chats?
Además de crear el grupo e invitar a los participantes, los administradores cuentan con una serie de funciones con las que gestionar y poner algo de orden.
- Expulsar a uno de los participantes.
- Designar otros administradores con los que compartir ese cargo.
- Elegir quién puede enviar mensajes dentro del grupo.
- Elegir quién puede editar la información del grupo, como el icono, nombre o activar la función de mensajes temporales.

¿Con que funciones cuentan los usuarios para protegerse?
Ante este tipo de situaciones, como hemos visto antes, los participantes y administrados tiene el deber de denunciar cualquier conducta delictiva que se cometa dentro del chat. Seamos o no los afectados por ese comportamiento, tenemos una serie de recursos a nuestro alcance.
Blindar los Grupos de Chat
Para empezar, WhatsApp, Telegram y Signal dan opciones a sus usuarios para impedir que desconocidos o personas en las que no confiamos nos agreguen a un chat grupal sin nuestro consentimiento. Estas funciones han llegado en los últimos años a las aplicaciones, Javier Franch nos recuerda que si no las utilizamos sería necesario contar con un documento firmado o una grabación en la que la otra persona nos dé su consentimiento para agregarla al chat, algo poco práctico para algo tan trivial como es WhatsApp.
Además expertos en ciberseguridad recomiendan aplicar estas funciones y conocer todas las opciones que ofrece la app que utilizamos para configurarla de la manera más segura. En WhatsApp, por ejemplo, deberíamos establecer que nadie pueda incluirnos en un grupo sin nuestro consentimiento, aunque sean personas de confianza.

Realizar una Denuncia y Presentar Pruebas
Tras haber realizado las configuraciones pertinentes, procederemos a plantearnos denunciar cualquier delito ante la policía o solicitar ayuda a un abogado si estamos ante un caso civil. Ignacio González añade que “si el operador que controla los chats tiene un buzón de denuncias (algo que en el futuro debería popularizarse si se modifica la legislación), habrá que poner la pertinente denuncia en el citado buzón y quedarse siempre con constancia de la misma“.
WhatsApp permite denunciar a contactos o grupos en caso de que se haya producido algún tipo de conflicto. Entrando en la información del chat, al final de la página y señalado en rojo están las opciones para “Salir del grupo” y “Reportar grupo”. Al reportar un contacto o grupo, la aplicación recibe los últimos mensajes de ese usuario, así como información sobre sus interacciones recientes, tal y como lo explica en su página de soporte.
Para aportar pruebas en estos procesos judiciales, se ha popularizado el uso de capturas de pantalla. Sin embargo, hay que recordar que esas capturas solo deben aportarse como pruebas en una denuncia y no publicarlas en redes sociales con los datos de esas personas. Si se puede reconocer a los demás participantes en las capturas, por el nombre, foto u otros datos, estaremos incurriendo en un delito de revelación de datos personales.
Proceder en caso de realizar capturas de pantalla
Javier Fanch nos indica que no solo hay que hacer la captura, también ir al teléfono móvil donde se identifica quién es (el infractor) por si el juzgado o los cuerpos generales del Estado tuviesen que investigar y requerir a la compañía de teléfono de dónde proviene ese comentario ilícito.
Las capturas por si solas no valen, se pueden manipular y considerar como pruebas falsas, es importante validar su autenticidad: “si el día de mañana, eso llega a un proceso judicial, hay que cotejar esas capturas de pantalla con el teléfono correspondientes, es decir, el día que esa persona vaya a declarar a juicio compruebe in situ, delante del juez que se hicieron esas fotos, que provienen de un teléfono móvil y la fecha concreta donde se hizo“. También podríamos validarlas en una acta notarial, nos aconseja este abogado.
Sea como fuere, ambos expertos aconsejan consultar con un especialista cualquier duda o situación que estemos viviendo para saber cómo proceder en cada caso y si lo que está pasando en esa aplicación es denunciable o no.