Los datos personales y su tratamiento siempre aparecen acompañados de un término: el consentimiento del interesado.
Pero ¿qué debemos entender por consentimiento?
El consentimiento se regula en el Reglamento General de Protección de Datos, quedando definido de la siguiente forma:
Toda manifestación de voluntad libre, específica, informada e inequívoca por la que el interesado acepta, ya sea mediante una declaración o una clara acción afirmativa, el tratamiento de datos personales que le conciernen.
Por tanto, es la autorización o permiso que otorgamos a terceros para poder tratar nuestros datos.
Entonces, ¿cuándo es válido este consentimiento?
De la propia definición, podemos extraer cuatro características claras y determinadas, sin las cuales dicho consentimiento no será válido. Son las siguientes:
Libre
Este aspecto hace referencia a que nuestro consentimiento no debe efectuarse salvo si estamos completamente seguros de querer darlo.
Todo consentimiento efectuado con la voluntad alterada, como puede ser, por ejemplo, por culpa de un posible chantaje, coacción o amenaza, no será válido.
Específico
Por lo que respecta a datos personales, no sirve un consentimiento genérico.
En este sentido, debemos saber exactamente cuál va a ser el tratamiento que se le va a dar a nuestros datos.
Por tanto, nuestro consentimiento solo permitirá ese tratamiento, siendo ilícitos cualesquiera otros usos o actuaciones sobre nuestros datos personales.
Informado
Sumamente importante es también recibir toda la información necesaria, no solo durante el posible tratamiento sino también antes de dar el consentimiento.
Por ello, se nos debe informar en todo momento de lo que va a suceder con nuestros datos, de forma detallada, clara y en un lenguaje comprensible.
No cumplir con esta característica implicará una alteración de nuestra voluntad y provocará que nuestro consentimiento no sea libre y, por tanto, no válido.
Inequívoco
Por último, pero no menos importante, el consentimiento debe de ser inequívoco.
Esta característica implica que no permite otra interpretación, siendo entendido en un único sentido y sin posibilidad de duda o equivocación.
Como se puede observar, todas estas características están conectadas y relacionadas entre ellas, siendo un todo.
Por lo tanto, en caso de no cumplir con alguna, dicho consentimiento no será válido y el tratamiento de nuestros datos personales será ilícito, es decir, ilegal.
Aun así, y siendo el tratamiento de nuestros datos personales adecuados, no debemos olvidar que podemos retirar nuestro consentimiento en cualquier momento.
Sobre todo, cuando nos encontramos con casos en los que el mismo se otorgó siendo menor de edad.
En conclusión, siempre debemos tener presente que nuestros datos nos pertenecen y su tratamiento, en la mayoría de los casos, depende única y exclusivamente de nosotros mismos y de nuestra voluntad.